Solamente mediante una renovación continua de nuestra actitud personal hacia la vida se determinará un nuevo enfoque de nuestro arte. Es el proceso que nos transforma, el modo de afrontar cotidianamente nuestro trabajo. Nuestro oficio es la posibilidad de cambiarnos y, de este modo, cambiar la sociedad.
Eugenio Barba.

lunes, 3 de septiembre de 2012


HISTORIA DE LA EDUCACIÓN PREESCOLAR
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La educación Preescolar como cualquier otro nivel educativo ha experimentado una serie de transformaciones respondiendo al momento histórico, a las necesidades y características contextuales; por ejemplo  se puede mencionar que el concepto de infancia es relativamente moderno. Algunas décadas atrás los niños y niñas no eran más que adultos pequeños o simplemente adultos por crecer; su misma vestimenta evidenciaba su condición y las pocas demostraciones de protección y cuidado que se buscaban para ellos.
            Sin embargo, múltiples investigaciones han contribuido a que paulatinamente se erradiquen dichas concepciones, al recabarse numerosas evidencias demostrando que
“los primeros años de vida ejercen una influencia muy importante en el desenvolvimiento personal y social de todos los niños; en ese periodo se desarrolla su identidad personal, adquieren capacidades fundamentales y aprenden pautas básicas para integrarse a la vida social.”[1]
            Pues el ser humano desarrolla un gran número de capacidades, habilidades y adquiere conocimientos desde temprana edad, una manifestación de ello es el lenguaje, ya que el cerebro muestra gran plasticidad.
            Si a lo anterior le sumamos un bagage de experiencias retadoras cargadas de estímulos, la inmersión y adaptación a un nuevo contexto como  es la escuela y la convivencia con pares; la educación preescolar se convierte en el contexto idóneo para el fortalecimiento de competencias.
                                 Ya que el Jardín de Niños persigue el “tipo de experiencias sociales en las que los niños participan a temprana edad… dependen muchos aprendizajes fundamentales para su vida futura: la percepción de su propia persona (por ejemplo, la seguridad y confianza en sí mismos, el reconocimiento de las capacidades propias); las pautas de la relación con los demás, y el desarrollo de sus capacidades para conocer el mundo, pensar y aprender permanentemente, tales como la curiosidad, la atención, la observación, la formulación de preguntas y explicaciones, la memoria, el procesamiento de información, la imaginación y la creatividad.”[2]

           
Otro motivo que ha fortalecido la valoración y la necesidad de la educación preescolar radica en el aspecto social, pues las transformaciones sociales y económicas, entre ellas la incorporación de la mujer al mundo laboral, multiplicando sus funciones y en ocasiones relegando o compartiendo con otros una de las responsabilidades que culturalmente se le han instituido, como lo es la crianza y educación de los hijos.
            La diversidad de estructuras familiares además de la nuclear y la extensa, en la actualidad se manifiesta con una mayor complejidad, existen familias recompuestas, en donde anteceden divorcios y separaciones y se reconstruyen con los hijos de cada uno de los padres; es común de esta nueva era las madres solteras, hijos a cargo de los abuelos en el mejor de los casos mientras los papás trabajan. Y así podemos continuar mencionando un gran número de las características de las familias del siglo XXI, que ejercen  una influencia en el desarrollo de los futuros ciudadanos.
            También es importante mencionar las condiciones de esparcimiento y juego de los y las niñas, en las que actualmente se desenvuelven; casas habitación relativamente reducidas limitando a los niños en la práctica de juegos quedándoles solo como opción el entretenimiento a través de la televisión.
            Las condiciones económicas reflejadas en la delincuencia de nuestros días, también han venido a influir en el desarrollo del niño, limitando su libertad para disfrutar de espacios como parques y las calles mismas de su ciudad.
            Ante este panorama el Jardín de Niños encaja perfecto ante la utopía de ser el espacio educativo que viene a subsanar todas estas carencias y necesidades del individuo.
            Ante este panorama el 12 de Noviembre de 2002 el Poder Legislativo aprueba la obligatoriedad del nivel preescolar, ampliando los años de educación básica. Tanto el artículo 3° constitucional como la Ley General de Educación adicionaron en su discurso que la Educación Preescolar forma parte de la educación básica obligatoria del país, determinando sus planes y programas, con la obligación de impartir dicha educación y todo lo que ello implica según la ley.
            El ideal de educación masiva hace su aparición cuando Juan J. Rousseau publica en el año 1763 su obra Emilio cuyo contenido destaca a la educación como un medio para que los seres humanos encuentren la plenitud y la felicidad. El término de obligatoriedad en el ámbito educativo se presenta por primera vez de una manera formal en 1857 en la Ley Moyano enfocándose a las edades de 6 a 9 años. Desde 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce a la educación como un derecho.
Art. 26. 1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe de ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos…
            Y en el año de 1959 se expresa la educación como un derecho del niño: “(Principio número siete) El niño tiene derecho a recibir educación que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales…”
Concretándonos a la Educación Preescolar en México como en otros países nació fajo el influjo de las ideas de Froebel, quien fundó en los años 40 del siglo XIX el primer kindergarten con el método de los dones, el cual fue usado en los primeros jardines de niños  de México.


[1]  SEP, Programa de Educación Preescolar, 2004
[2] Ibídem p.12

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