HISTORIA DE LA
EDUCACIÓN PREESCOLAR
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La
educación Preescolar como cualquier otro nivel educativo ha experimentado una
serie de transformaciones respondiendo al momento histórico, a las necesidades
y características contextuales; por ejemplo se puede mencionar que el concepto de infancia
es relativamente moderno. Algunas décadas atrás los niños y niñas no eran más
que adultos pequeños o simplemente adultos por crecer; su misma vestimenta
evidenciaba su condición y las pocas demostraciones de protección y cuidado que
se buscaban para ellos.
Sin embargo, múltiples
investigaciones han contribuido a que paulatinamente se erradiquen dichas
concepciones, al recabarse numerosas evidencias demostrando que
“los
primeros años de vida ejercen una influencia muy importante en el
desenvolvimiento personal y social de todos los niños; en ese periodo se
desarrolla su identidad personal, adquieren capacidades fundamentales y aprenden
pautas básicas para integrarse a la vida social.”[1]
Pues el ser humano desarrolla un
gran número de capacidades, habilidades y adquiere conocimientos desde temprana
edad, una manifestación de ello es el lenguaje, ya que el cerebro muestra gran
plasticidad.
Si a lo anterior le sumamos un
bagage de experiencias retadoras cargadas de estímulos, la inmersión y
adaptación a un nuevo contexto como es
la escuela y la convivencia con pares; la educación preescolar se convierte en
el contexto idóneo para el fortalecimiento de competencias.
Ya que el
Jardín de Niños persigue el “tipo de experiencias sociales en las que los niños
participan a temprana edad… dependen muchos aprendizajes fundamentales para su
vida futura: la percepción de su propia persona (por ejemplo, la seguridad y
confianza en sí mismos, el reconocimiento de las capacidades propias); las
pautas de la relación con los demás, y el desarrollo de sus capacidades para
conocer el mundo, pensar y aprender permanentemente, tales como la curiosidad,
la atención, la observación, la formulación de preguntas y explicaciones, la
memoria, el procesamiento de información, la imaginación y la creatividad.”[2]
Otro
motivo que ha fortalecido la valoración y la necesidad de la educación
preescolar radica en el aspecto social, pues las transformaciones sociales y
económicas, entre ellas la incorporación de la mujer al mundo laboral,
multiplicando sus funciones y en ocasiones relegando o compartiendo con otros
una de las responsabilidades que culturalmente se le han instituido, como lo es
la crianza y educación de los hijos.
La diversidad de estructuras
familiares además de la nuclear y la extensa, en la actualidad se manifiesta
con una mayor complejidad, existen familias recompuestas, en donde anteceden
divorcios y separaciones y se reconstruyen con los hijos de cada uno de los
padres; es común de esta nueva era las madres solteras, hijos a cargo de los abuelos
en el mejor de los casos mientras los papás trabajan. Y así podemos continuar
mencionando un gran número de las características de las familias del siglo
XXI, que ejercen una influencia en el
desarrollo de los futuros ciudadanos.
También es importante mencionar las
condiciones de esparcimiento y juego de los y las niñas, en las que actualmente
se desenvuelven; casas habitación relativamente reducidas limitando a los niños
en la práctica de juegos quedándoles solo como opción el entretenimiento a través
de la televisión.
Las condiciones económicas
reflejadas en la delincuencia de nuestros días, también han venido a influir en
el desarrollo del niño, limitando su libertad
para disfrutar de espacios como parques y las calles mismas de su ciudad.
Ante este panorama el Jardín de
Niños encaja perfecto ante la utopía de ser el espacio educativo que viene a
subsanar todas estas carencias y necesidades del individuo.
Ante este panorama el 12 de
Noviembre de 2002 el Poder Legislativo aprueba la obligatoriedad del nivel
preescolar, ampliando los años de educación básica. Tanto el artículo 3°
constitucional como la Ley General de Educación adicionaron en su discurso que
la Educación Preescolar forma parte de la educación básica obligatoria del
país, determinando sus planes y programas, con la obligación de impartir dicha
educación y todo lo que ello implica según la ley.
El ideal de educación masiva hace su
aparición cuando Juan J. Rousseau publica en el año 1763 su obra Emilio cuyo contenido destaca a la
educación como un medio para que los seres humanos encuentren la plenitud y la
felicidad. El término de obligatoriedad en el ámbito educativo se presenta por
primera vez de una manera formal en 1857 en la Ley Moyano enfocándose a las
edades de 6 a 9 años. Desde 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos
reconoce a la educación como un derecho.
Art.
26. 1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe de ser
gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental.
La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional
habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para
todos, en función de los méritos respectivos…
Y en
el año de 1959 se expresa la educación como un derecho del niño: “(Principio
número siete) El niño tiene derecho a recibir educación que será gratuita y
obligatoria por lo menos en las etapas elementales…”
Concretándonos
a la Educación Preescolar en México como en otros países nació fajo el influjo
de las ideas de Froebel, quien fundó en los años 40 del siglo XIX el primer
kindergarten con el método de los dones, el cual fue usado en los primeros
jardines de niños de México.
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