Solamente mediante una renovación continua de nuestra actitud personal hacia la vida se determinará un nuevo enfoque de nuestro arte. Es el proceso que nos transforma, el modo de afrontar cotidianamente nuestro trabajo. Nuestro oficio es la posibilidad de cambiarnos y, de este modo, cambiar la sociedad.
Eugenio Barba.

lunes, 3 de septiembre de 2012


Mi transito por la Reforma de Preescolar 2004.
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Es importante establecer un panorama amplio de lo que denominamos reforma educativa, definiéndola como aquellos cambios, ajustes y transformaciones realizadas en el currículo. Concibiendo a este, no sólo como los planes y programas, sino como el conjunto de prácticas pedagógicas, la formación y actualización docente, la participación de la comunidad escolar en el proceso educativo.
Las reformas educativas se realizan en función del contexto histórico, político y cultural, de las necesidades y características sociales, además de exigencias establecidas por organismos internacionales como  la UNESCO, con la finalidad de recibir recursos económicas. Persiguen objetivos claros y bien definidos, en función de responder  a las demandas mundiales como nacionales, en la mayoría de los casos con directrices encaminadas a dar atención a los problemas de desarrollo económico, social y educativo, intentando sobrevivir de acuerdo a las exigencias de un mundo globalizado. Es decir,
“son hechos que históricamente aparecen como prácticas sociales privilegiadas de proyectos políticos, y uno de los principales medios para incorporar, modificar, cambiar, mover y experimentar estrategias que afectan directamente en los procesos de enseñanza aprendizaje y en los contenidos curriculares.”[1]
Cabe destacar una de las características más notorias de las reformas educativas: dichas reformas se gestan desde arriba y descienden a los docentes, considerándoles simples ejecutores y sólo en pocas ocasiones tomando en cuenta sus puntos de vista, con la finalidad de generar un seguimiento sistemático para los resultados que las reformas producen. Ángel Díaz Barriga y Catalina Inelón Espinoza en su ensayo denominado “El docente en las reformas educativas: sujeto o ejecutor de proyectos ajenos” definen a la reforma educativa como “actos del gobierno, es decir, como acciones a través de las cuales el Estado establece elementos para orientar las políticas de la educación, son el resultado de un proceso complejo en el que intervienen componentes internos y externos a la realidad social y educativa de un país.”
Lo anterior se comprueba con el hecho de que las reformas educativas se ven determinadas por agentes y organismos externos como la UNESCO, el Banco Mundial (BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE); evidenciándose como centros de poder internacionales a partir del financiamiento económico de dichas reformas. Originando la unificación de las políticas educativas en todos los países, aunque en países desarrollados se presentan con mayor autonomía a diferencia de los países tercermundistas en donde dichas reformas son más tuteladas.
Ahora bien es de todos sabido que una verdadera reforma educativa se concreta en el aula, siendo esto una situación desafiante para muchos de nosotros, pues exige una actualización constante, la cual impacte en la práctica educativa y se refleje en los aprendizajes de nuestros alumnos. Aunque de manera personal solo he trabajado con el PEP 2004 y ahora con el 2011, no deja de ser un reto propiciar ambientes de aprendizaje en donde las situaciones didácticas sean significativas y llamativas. Por tal motivo, quisiera concluir este comentario, recordandoles que cada una de nosotros experimenta una reforma cuando nos detenemos a analizar y reflexionar sobre nuestro actuar cotidiano, con la finalidad de mejorar día a día.


[1] Lucero Adriana Acevedo, “La reforma educativa en preescolar” en www.observatorio.org/colaboraciones/acevedo.html , México, Agosto 2004. (acceso octubre 20, 2009)

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