Solamente mediante una renovación continua de nuestra actitud personal hacia la vida se determinará un nuevo enfoque de nuestro arte. Es el proceso que nos transforma, el modo de afrontar cotidianamente nuestro trabajo. Nuestro oficio es la posibilidad de cambiarnos y, de este modo, cambiar la sociedad.
Eugenio Barba.

miércoles, 25 de abril de 2012


“MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA”
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El cambio en cualquier contexto genera una crisis, angustia e incertidumbre a demás de un sin número de supuestos e invenciones que producen desconcierto en cada uno de los actores. La reforma educativa consolidada en el año 2011 obviamente no ha sido la excepción, con la publicación del Plan de Estudios de Educación Básica como documento rector de la articulación de los tres niveles educativos, así como con la nueva emisión del Programa de Educación Preescolar.
Específicamente en el nivel de Educación Preescolar y tomando en cuenta que su reforma se evidencia de manera palpable desde el año del 2004 aun continúan prevaleciendo algunas debilidades en las educadoras; debilidades que se evidencian de manera más notable en el proceso de evaluación.
Las docentes conocemos y dominamos el contenido del programa al menos del 2004 (la exploración del PEP 2011 se encuentra en proceso) se utiliza en el discurso, diseñamos situaciones didácticas, enriquecemos nuestra practica con diversas modalidades de intervención, principalmente los talleres, animamos la clase y “evaluamos” a nuestros alumnos y su desempeño. Pero, en qué medida se realiza una evaluación real con evidencias y fundamentos que reflejen el proceso de enseñanza-aprendizaje y los logros y dificultades de cada uno de los niños y niñas que conforman el grupo, qué tal útil es para tomar decisiones pertinentes y mejorar su práctica continuamente, ¿realmente la evaluación es un instrumento utilizado para la rendición de cuentas con nuestros alumnos y los padres de familia, o es un mero requisito?
De acuerdo a las visitas realizadas y a las observaciones realizadas durante estas, una de la mayores debilidades de  las educadoras es la evaluación pues exige de nosotras un cumulo de habilidades como la observación pero principalmente el registro y la sistematización de los datos obtenidos durante esta. Expedientes inconclusos, donde no se evidencia el mínimo proceso de aprendizaje, anotaciones y evidencias poco significativas o simplemente un archivo en donde se encuentran los documentos oficiales de los alumnos (acta de nacimiento, cartilla de vacunación, CURP, etc.)
Sería importante reflexionar con la finalidad de generar algunas hipótesis en torno a cuáles pueden ser las causas de dicha debilidad: las características de los niños preescolares demandan un 100% de la atención de los docentes, involucrar activamente a los alumnos y hasta brindar algunos cuidados asistenciales. Otro motivo podría ser la falta de estrategias para registrar en el momento oportuno y no dejemos de lado información relevante; aunque sería más grave que ello se debiera a no haberle encontrado el sentido formativo a la evaluación o peor aun que las causas se encontraran en aspectos actitudinales de los docentes, falta de compromiso y responsabilidad por su trabajo.

El Programa de Educación Preescolar establece que se evalúa para:
“• estimar logros y dificultades de aprendizaje de los alumnos,
• valorar los aciertos en la intervención educativa y la necesidad de transformación de las prácticas docentes,
• identificar la pertinencia de la planificación, el diseño de estrategias y situaciones de aprendizaje desplegadas, para adecuarlas a las necesidades de aprendizaje de los alumnos,
• mejorar los ambientes de aprendizaje en el aula, formas de organización de las actividades, relaciones que se establecen en el grupo, la organización de los espacios, aprovechamiento de los materiales didácticos, aprovechamiento de la jornada diaria, entre otros,
• conocer si la selección y orden de contenidos de aprendizaje fueron los adecuados y pertinentes

Se dice que un docente competente evalúa ya que este proceso le brinda información necesaria para tomar decisiones, diseñar situaciones y fortalecer su práctica educativa. Estoy de acuerdo que en una primera fase las dudas y la angustia sean normales, pero ¿a estas alturas del la reforma en el nivel en preescolar, las dudas resultaran un motivo valido para permanecer en una zona de confort y no para generar una crisis de aprendizaje?